Como hoy es San Valentín, os traigo una historia cargada de amor, un amor muy especial, el que siente una madre por sus hijos, y como no...el de estos por su mamá.
Muchas gracias por compartir esta preciosa historia con nosotros!!!!
Muchas gracias por compartir esta preciosa historia con nosotros!!!!
Este año hemos sufrido un cambio en la forma de nuestra familia (el papá de mis hijos ha decido que quiere continuar su vida en paralelo a la nuestra), hemos tenido que pasar por unos momentos muy complicados y difíciles, duros de digerir y entender para todos y más aún cuando lo ves todo desde la inocencia de la infancia. Esta experiencia ha servido para fortalecer más aún el vínculo creado con mis pequeños desde que nacieron, formado en el cuidado y atención constantes, pasaron a convertirse en el EJE DE MI VIDA desde que hicieron acto de presencia en ella, porque yo he sido una de esas muchas mujeres trabajadoras que dieron prioridad al cuidado de sus hijos y me quedé en casa para atenderlos, criarlos y formarlos. Hemos aprendido de este reto que nos ha planteado la vida y lejos de pasar penas nos hemos hecho fuertes y formado piña, las pruebas de cada día nos tienen más unidos a los tres.......”siempre hemos sido los tres y lo seguiremos siendo”.
Aquí empieza la historia de cómo me mima mi Masterchef Junior:
Rubén siempre ha sido un niño muy especial y predispuesto a aprender de todo lo que le rodea, le daba lo mismo poner la mesa que ayudar a su Yaya a preparar unas rosquillas.
Una noche estábamos en casa de los Yayos y la peque de la casa Erika me dijo que si podía quedarse a dormir allí, cosa que les encanta desde bien pequeños, entonces “mi pequeño gran hombre” Rubén y yo nos fuimos a casa a dormir solitos. Y aprovechando que no estaba su hermana le sacó partido a la noche y me dijo: ¿mamá puedo dormir contigo? Sí, hijo ¿cómo iba a renunciar a esa sensación maravillosa de notar su calorcito junto a mí toda la noche?

Pasada como media hora me vuelve a llamar y me dice, con una sonrisa de satisfacción en la cara: ¡Siéntate en la mesa y no te muevas! Yo ya me imaginé lo que me había preparado de desayuno, como si le conociese de toda la vida, ya me entendéis.
Pero aunque lo sabía no dejó de sorprenderme porque “Mi pequeño gran hombre” se va haciendo mayor y estaba ahí cuidándome, mimando a su madre, a mí, que tantas veces le había cuidado a él cuando lo había necesitado; y es gratificante darte cuenta de cómo pasa el tiempo y aunque no me lo parezca son 11 añitos casi 12 que cumplirá en un mes, y junto a mi niña hacen que esta vida sea especial.Pues sí, lo que me esperaba era verdad: me había preparado un desayuno en toda regla y jamás nadie me lo había hecho antes. Con todo el cariño del mundo había sacado la receta de tortitas que su tía Marta nos había dado y que tantas veces nos ha hecho para merendar las tardes de invierno.Un zumo, un café, fruta troceada y unas tortitas con nata, ese fue mi desayuno especial.
Lo hizo para mí, se esforzó en la presentación y hasta me lo sirvió en bandeja, digno de cualquier escapada romántica. ¡Cuánto te quiero mi pequeño gran hombre! Tú y tu hermana sois todo para mí, es gratificante darte cuenta después de tantos años de entrega que ha servido para algo, que lo que vas sembrando con dedicación está ahí y cuando la vida se pone difícil ellos también me van a querer y cuidar como lo he estado haciendo yo hasta ahora.
Esta es nuestra historia culinaria. Podríamos llamarla como aquella película de Julia Roberts: Come, cuida, ama.
Preciosa historia
ResponderEliminarMenudo artista. Promete como chef
ResponderEliminar